El video de bolsillo

Justo cuando me acababa de montar en el taxi que me sacaba de un terminal de buses que no conocía, el teléfono que cargo en el bolsillo vibró. Era un número que no conocía. Cuando al otro lado habló Diana muy asustada, entendí que algo le había sucedido a su celular. Ella me contó con pocos detalles cómo había sido víctima de un asalto en el colectivo en donde se había montado para ir a casa.
Mientras el taxista hacía maromas para avanzar entre curvas y ascensos empinados de barrios populares de la ciudad de Manizales, mi esposa por teléfono intentaba darme algunos detalles de los que sucedió. El taxista aceleraba. Diana lloraba contando cómo cuando se montó en el pequeño bus, un par de kilómetros después se subió un tipo quien sin mayores rubores les exigió a los pocos pasajeros que le entregaran los teléfonos mientras el busecito avanzaba. El “asalto a la diligencia” duro menos que una llamada de celular en cabina, pero fue suficiente para el robo de los aparatos y la siembra del susto colectivo.
Mientras la afectada señora hablaba y como en confesionario dejaba que su relato la exorcizara, la señal hacía lo posible por mantenerse de ciudad a ciudad; el taxista surcaba las calles cercanas al estadio Palo Grande, mi cabeza buscaba las mejores imágenes para armar la película en mi sala de cine cerebral. Me imaginé un ambiente poco iluminado, gente mirando por la ventana y la entrada al bus del forajido con cuchillo en mano dibujado como Micky Knox (Solo le faltó su novia Maryori), el protagonista de Natural Born Killers, aquella película de Oliver Stone, ordenando que que le fueran entregados los teléfonos. 
Sacada de: http://3.bp.blogspot.com
Debo confesar que sería una historia interesante, pero peligrosa... Una historia que fue contada con su naturalidad y que permitió que bajo el esquema de las ondas hertzianas y el movimiento propio de la portabilidad, acabara de asistir a una función de relatos vía celular; algo así como una vieja función de radionovela personalizada en donde el radioescucha (Yo) tenía la libertad de imaginarse lo que se le diera la gana.
El taxista me dejó frente a la casa en donde me quedé durante la semana que duró el seminario de la maestría y me cobró 5 lukas. Cuando bajé la noche parecía la escenografía para ese tipo de películas Michael Goundry. Oscura, pero azarosa. Acaba de escuchar algo sombrío y lleno de apuntes que dan angustía y ahora estaba en la calle, con maletas en mano y solo... La película que acaba de escuchar hizo su efecto. Qué chimba!
¿Qué tiene que ver el asalto, el seminario y mi producción que pueden apreciar al final de este escrito?
La producción audiovisual utilizando dispositivos móviles es algo atractivo. Ni siquiera Martin Cooper, el CEO de ArrayComm y director corporativo de investigación y desarrollo de Motorola por allá en 1973, se imaginó que hoy el aparato que ayudó a diseñar, fuera considerado por muchos como la lente más accesible para contar historias. Este aparato que muchos hemos visto con atención y al que le hemos seguido la pista no se cansa de sorprender al mundo.
El cine como uno de los oficios rendidos ante este pequeño ha visto cómo sus públicos de usuarios han cambiado notablemente. Antes este oficio era asumido de manera exclusiva por aquellos que además de la natural creatividad, poseían los medios para realizar películas utilizando celuloides. Luego vimos como el carrete le cedió importante terreno al mundo de los bits, logrando entre muchos cosas que esta nueva dimensión del cine aleje a los puristas y acerque a la masa. Por parte de la masa espectadora también se hace necesaria la mirada crítica. Antes el cine tenía públicos muy reducidos; no estaba hecho para los ojos de todos. Con la llegada de nuevos dispositivos de grabación y edición, las opciones de Beta, VHS y mas recientemente el CD o DVD, han logrado tejer un puente entre las producciones cinematográficas y los nuevos públicos que tienen a su favor elementos para ver y consumir más cine. Dentro de este pequeño recorrido es importante incluir a la piratería, pues lejos de la ley, es necesario reconocer que hoy día gracias a este fenómeno social (Y aceptado por demás), más gente ha visto y conoce más cine. La llegada de las naves USB's también han colaborado para que veamos lo que otros realizaron.
La suerte del video y la televisión y sus audiencias no es lejana a esta línea de tiempo, pues a parte de la videograbadoras, nuevos televisores fabricados con tecnologías que buscan el santo grial de la imagen, aparece un ambiente de publicación en línea que ofrece tentadoras ventajas. Portales especializados en internet y comunidades virtuales interesadas en la producción y divulgación de trabajos audiovisuales, son el último escenario necesario para cerrar el círculo que empieza con una idea que será convertida en historia audiovisual y finaliza con el comentario de un espectador que ha visto la evolución.
Es muy posible que hoy veamos mucho más producciones audiovisuales, pero también es posible que veamos mucho más de los mismo.
El celular le dió la posibilidad a cualquiera de convertirse
en el director que siempre quiso

Frente a este panorama se erige prominente el teléfono celular como un revolucionario que contracorriente, le pone literalmente en las manos la solución a medio mundo para que cuente sus historias. Atrás quedaron asuntos y excusas como la calidad técnica de la imagen. Aquí se vale el píxel; de hecho es protagonista y aliado con la imagen, le da un tono de anonimato a los personajes que si bien siguen siendo importantes, tendrán que competir con miles de millones en el vasto mundo de la distribución en línea, redes sociales y cuanta excusa haya para compartir un video hecho con el teléfono. Como lo diría Balestrini (2011) “Puede comprenderse entonces porqué los videos creados con móviles ingresarían en el campo del microcine. En todos los casos mencionados se trata de formatos donde la calidad y el virtuosismo técnico de la imagen pasan a segundo plano; el foco está puesto en la búsqueda de configuraciones novedosas en cuanto a los dispositivos alternativos de consumo y difusión.”
Alguna vez un profesor me dijo que cuando se estudiaba comunicación social, se estaba preparando para contar historias; no importa cual sería el método escogido o con qué dispositivo, siempre estamos contando historias a diferentes públicos. Ahora que lo pienso cuando el teléfono vibró aquella noche en mi bolsillo, de alguna manera me estaba invitando a seguir esa instrucción de mi profesor. Ahora es el turno del vecino, del estudiante, del cualquiera que había querido contar algo y solo necesitaba un breve empujón para mostrar su talento. Me uno a la causa. No nos interesa competir con los grandes de Hollywood o cualquier otro mundo; no nos interesa que nuestros trabajos sean publicados por grandes distribuidoras con palomitas de maíz y gaseosa. Nuestra producción está hecha para la red, para ser vista en un cuadriculado computador y de ser posible (Si la conectividad lo permite), que sea apreciado en el mismo aparato.
Nunca antes se había aparecido un servicio de grabación, edición, publicación y distribución hecho a la medida de mi mano. Ahora con este nuevo lápiz para contar historias, también están a la mano los comentarios de quienes deciden quedarse los pocos minutos que dura el corto.
Algunas aclaraciones:
Este trabajo audiovisual no lo hice pensando en mi trabajo de investigación no porque el seminario no me diera ideas; todo lo contrario: me declaro militante de la producción con aparatos móviles para que sean publicados en caliente sin necesidad de grandes beneficios de edición... Esa es parte de la médula de este interesante ejercicio.
Ahora si, les invito a ver (Y ojalá a comentar) mi video hecho con mi teléfono y editado con software libre.


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